La premisa “la administración tal como se practica
actualmente es un lastre para el éxito“1; constituye una declaración de guerra, una toma de posición muy clara frente a un acervo de teorías desgastadas y congeladas en el tiempo;
que tuvieron un papel protagónico muy importante en los albores del siglo XX,
pero que hoy el plena era digital son
piezas de museo. En el contexto de la revolución industrial la educación era
privilegio de unos pocos y el conocimiento popular era empírico, por no decir
trivial. Esta exclusividad se extendia por igual al campo del conocimiento y al manejo de la información, accesibles únicamente a un
pequeño círculo de iniciados. En este orden de ideas surgen organizaciones
jerárquicas semifeudales que esclavizan a millones de personas; aparecen
entonces los estudios científicos sobre los movimientos exactos, que permiten
cumplir eficientemente determinada labor, la toma de tiempos, la regularización
de todos los procesos, incluidos los digestivos en aras de la economía,
manifestaciones que surgen de la mano de
legisladores como F. Taylor, Chester Barnard, W.Edwards Deming, Frank y William
Gilbreth, Henry Fayol y otros cruzados de la administración moderna.
Sin embargo, la función pensante del ser humano se relegó
y se desdeño hasta la saciedad. Henry Ford llegó a opinar al respecto: ¿Por qué
será que cada vez que pido un par de manos, traen pegado un cerebro? 2
Eran otros contextos, que los teóricos han denominado con
acierto Feudalismo Intelectual3. Bajo su sombra germinaron los
dogmas de la gestión empresarial, que aún hoy estan vigentes y a los cuales se aferran desesperados ciertos
ortodoxos de la gerencia y algunos capataces sedientos de sangre.
En contraposición, los tiempos actuales no permiten un
cierre de trincheras para favorecer la cadena de mando; esta es una época
abierta a la innovación y a la tecnología, es la era de la información y de la
inmediatez digital, donde el entramado de internet se reproduce aún en las
estructuras más anquilosadas y como una aplanadora va demoliendo los antiguos
edificios corporativos. En esta dinámica han naufragado colosos de la
televisión y el entretenimiento, Disqueras, aerolíneas tradicionales,
industrias farmacéuticas, fabricantes de vehículos, periódicos, etc. Fueron
árboles envejecidos, muy lignificados que no resistieron los nuevos vientos de
cambio y cayeron estrepitosamente ante la competencia. Un error muy común en los países tercermundistas, donde se menosprecia
la investigación y el desarrollo de tecnologías propias y se incentiva el
consumo pasivo de patentes. En contravia
a estas empresas que
desaparecierón por no adecuarse a los nuevos desarrollos, otras capitalizaron estos recientes modelos y salieron fortalecidas; a manera de ejemplos compañías del siglo pasado como General
Electric, DuPont, Procter & Gamble, Toyota, Visa, etc; empresas que aún se
mantienen en la cima del éxito. Casos esporádicos, que obedecen ante todo a la inversión
en innovación y desarrollo en el momento
adecuado.
Por antonomasia a un gerente se le paga por vigilar,
controlar y administrar. Sin embargo las capacidades humanas más valiosas hoy
en día son precisamente las menos administrables. Si bien las herramientas de
la administración pueden obligar a la gente a ser obedientes y diligentes, no sirven
para fomentar la creatividad y el compromiso. Y esto es precisamente lo que
exigen las condiciones actuales, que halla un compromiso medular, cierta pasión
por lo que se hace y una gran sobredosis de creatividad. Para lograr estas
metas, se necesita una arquitectura organizacional diferente, que no sea
piramidal y hacia arriba. Los dominios ahora son horizontales e
interconectados, porque solo la interdisciplinariedad y el trabajo en equipo
son los elementos claves que permiten ganar las batallas. Las organizaciones
demasiado verticales solo permiten la exhibición de las credenciales y
pergaminos de sus altos mandos en las paredes; son como enormes catedrales atravesadas en la mitad del camino.
Veamos algunos ejemplos claros de innovación, que nos
permiten aterrizar este discurso y conectarlo con la realidad:
Whole Foods Market
Con 194 tiendas, es una exitosa cadena de supermercados
norteamericana que ha incursionado con éxito en el campo de la comida gourmet,
orgánica y saludable. Su modelo empresarial se ha concebido para cambiar las
reglas del juego y viene revestido de un sistema administrativo exótico. Su
unidad organizacional básica no es la tienda sino el equipo, cada tienda tiene
aproximadamente ochenta equipos que cubren todas las dependencias; estos se
encargan de las compras, fijar el precio de los productos, seleccionan los
nuevos integrantes del grupo y a la vez operan como un centro de utilidades.
Cada mes Whole Foods calcula la utilidad por hora de mano de obra de cada uno
de los equipos, cuando estos superan cierto umbral reciben una bonificación
extra en su pago. De aquí su conveniencia y compromiso a la hora de reclutar
nuevos compañeros de trabajo: Pues una falla en el sistema disminuye su cheque
mensual.
“Una de las claves para comprender esta compañía es que
las personas que la iniciaron no tenían idea de como hacer las cosas. Aunque
John Mackey, cofundador y presidente de la junta directiva, estudió filosofía
en la Universidad de Texas, nunca obtuvo una maestría en administración de
empresas. Al no haber optado por una carrera formal de administración, Mackey
no comenzó su vida profesional con la cabeza llena de clichés trasnochados ni
de esquemas administrativos convencionales. Pudo inventar un modelo
administrativo poco ortodoxo porque no era rehén de una educación ortodoxa.” 3
Bill Gore, un innovador de la
administración.4
Cuando decidió abandonar los cuarteles de DuPont, después
de veinte años de servicio, tuvo la firme convicción de crear un lugar donde la
invención no se atascara en el fango de la burocracia; una empresa donde sus
asociados pasaran más tiempo innovando que arrodillados ante un jefe, tal fue
la visión de W.L Gore & Associates que al día de hoy genera 2100 millones
de dólares en ventas anuales, emplea a más de 8000 operarios en 45 plantas distribuidas por todo el mundo.
Uno de los momentos más importantes de la compañía,
ocurrió en 1969, cuando Robert Gore, hijo de Bill, encontró una manera de
estirar el politetrafluoroetileno (PTFE), conocido popularmente como Teflón, y
al cual Dupont subestimaba lastimosamente, pues su objetivo era la producción a
gran escala de materiales industriales básicos.
Este polímero resultante, PTFE expandido, registrado bajo
la marca Gore-Tex, se convirtió en la piedra angular, para una familia de
textiles, que constituye el mayor negocio de la compañía. Los textiles de Gore
se encuentran en productos tan disímiles como botas y sacos de dormir, trajes espaciales
para los astronautas de la Nasa, cuerdas
de guitarra “Elixir” y la seda dental “Glide”, una línea que compraría Procter
& Gamble en 2003. Podemos sintetizar un poco la filosofía administrativa de
Gore en los siguientes apartes:
Hay que reinventar
la cadena de mando
Un
líder debe influenciar de manera asertiva en un equipo de trabajo, demostrando
su capacidad para sobrellevar los retos impuestos. De ahí su importancia dentro
de los nuevos esquemas administrativos.
En una organización donde prima la confianza, los
empleados no necesitan mucha supervisión; necesitan mentores y apoyo en vez de
jefes que les impartan órdenes.
Una Ventaja Evolutiva: Google
Creada en 1998 por Sergey Brin y Larry Page, dos
estudiantes de Doctorado en ciencias de la computación de la Universidad de
Stanford; google se ha convertido con los años en el motor de búsqueda más
utilizado de la red. En mayo de 2007 manejó el 65,2 % de todas las búsquedas de
internet en U.S.A, contra un 20,7% de Yahoo y un tímido 7,7 % de Microsoft. Su
crecimiento ya es legendario en el Silicon Valley5. Google ha trasformado
completamente el negocio del software, entregándolo por internet en forma de
servicios virtuales y no como una colección de productos físicos, distribuidos
por los canales tradicionales de comercio minorista, como lo hace Microsoft.
Google obtiene parte de sus ganancias vendiendo anuncios adjuntos a diversas
formas de contenido virtual y a los cuales se llega a base de clics. Los
anunciantes pagan únicamente cuando los usuarios abren un vínculo.
Su modelo administrativo, no sigue ningún patrón o norma
conocida, siempre está al borde del caos, por esto Google siempre atribuye
parte de su éxito al azar y a la adaptación Darwiniana, que los ha favorecido
con una buena genética. Brin y Page comprenden que en un mundo discontinuo lo
que más importa no es la ventaja competitiva de una empresa en un momento en el
tiempo sino una ventaja que evolucione a través de él.
Nuevamente aquí se repite el esquema para el desarrollo
de productos y procesos de la compañía, construidos todos alrededor de un
enjambre de grupos de trabajo pequeños y autónomos. Pretender otra cosa es como
depender de un puñado de burócratas medievales para arrear a sus ingenieros.
Las decisiones de Google se toman con base en un proceso de consulta. No puede
haber comando y control cuando los “empleados” se cuentan entre las personas
más inteligentes del planeta.
Vivimos en un mundo de permanente movimiento, donde la
quietud es sinónimo de muerte; de aquí nos apalancamos para inferir que nada
justifica que una doctrina cuyos orígenes se remontan al inicio de la
revolución industrial, siga manejando los hilos del poder en nuestras
corporaciones e industrias. La naturaleza nos enseña que solo los organismos
que se adaptan, que evolucionan, son los que prosperan. Todo ese discurso
sublime acerca de la eficiencia y el máximo rendimiento fueron válidos a
principios del siglo XX, cuando la teoría de las esferas celestes de Ptolomeo y
un mundo cartesiano enmarcado en sólidos perfectos, no admitía discusión. Si el
mundo de la Física, se sintió obligado a desalojar el cómodo edificio
Newtoniano para emigrar hacia el mundo subatómico y sentar sus reales en los “inestables”
campamentos de la mecánica cuántica, ¿porque la teoría de la administración, o
mejor sus seguidores se niegan a aceptar el cambio y consecuentemente
desarrollan otros postulados? ¿Es un simple reflejo de supervivencia, el que
los tiene atornillados a la silla de sus escritorios y les impide aceptar los
cambios?
Aunque esta realidad disminuye las pretensiones de muchas personas, no hay forma de
desconocerla. Se necesita un vuelco
total en el esquema de pensamiento empresarial, institucional y social; debemos
sentarnos a pensar y estructurar como vemos nuestro país en el corto y mediano
plazo. Debemos sentar verdaderas bases fuertes para la ciencia la tecnología y
la innovación, ya que “sin la
existencias de algunos recursos que nos garantizaban el mañana’’ nuestras
próximas generaciones se verán condenadas a seguir llevando el lastre de la
pobreza, la violencia y la desigualdad que nos identifica como país.
1,2,3,4, Gary Hamel, Bill Breen; The Future of Management, Harvard Business school Publishing, 60
Harvard Way, Boston, Massachusetts 02163, Marzo 2007
5,
Andres Oppenheimer (2014), Crear o Morir
la esperanza de america latina y las cinco claves de la Innovacion (1ª
edición); Nueva York: Vintage Español, Penguin Random House.