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viernes, 20 de mayo de 2016

EL PESO DE LOS FÓSILES EN EL FUTURO DE LA INNOVACIÓN.

(Un minúsculo Alegato contra la Gerencia)

Chase Black, Criaturas de la era Mechazoica.


La  premisa  “la administración tal como se practica actualmente es un lastre para el éxito“1; constituye una declaración de guerra,  una toma de posición muy clara  frente a un acervo de  teorías desgastadas y congeladas en el tiempo; que tuvieron un papel protagónico muy importante en los albores del siglo XX, pero que  hoy el plena era digital son piezas de museo. En el contexto de la  revolución industrial la educación era privilegio de unos pocos y el conocimiento popular era empírico, por no decir trivial. Esta exclusividad se extendia por igual al campo del conocimiento y  al manejo de  la información, accesibles únicamente a un pequeño círculo de iniciados. En este orden de ideas surgen organizaciones jerárquicas semifeudales que esclavizan a millones de personas; aparecen entonces los estudios científicos sobre los movimientos exactos, que permiten cumplir eficientemente determinada labor, la toma de tiempos, la regularización de todos los procesos, incluidos los digestivos en aras de la economía, manifestaciones que surgen  de la mano de legisladores como F. Taylor, Chester Barnard, W.Edwards Deming, Frank y William Gilbreth, Henry Fayol y otros cruzados de la administración moderna.
Sin embargo, la función pensante del ser humano se relegó y se desdeño hasta la saciedad. Henry Ford llegó a opinar al respecto: ¿Por qué será que cada vez que pido un par de manos, traen pegado un cerebro? 2
Eran otros contextos, que los teóricos han denominado con acierto Feudalismo Intelectual3. Bajo su sombra germinaron los dogmas de la gestión empresarial, que aún hoy estan vigentes  y a los cuales se aferran desesperados ciertos ortodoxos de la gerencia y algunos capataces sedientos de sangre.
En contraposición, los tiempos actuales no permiten un cierre de trincheras para favorecer la cadena de mando; esta es una época abierta a la innovación y a la tecnología, es la era de la información y de la inmediatez digital, donde el entramado de internet se reproduce aún en las estructuras más anquilosadas y como una aplanadora va demoliendo los antiguos edificios corporativos. En esta dinámica han naufragado colosos de la televisión y el entretenimiento, Disqueras, aerolíneas tradicionales, industrias farmacéuticas, fabricantes de vehículos, periódicos, etc. Fueron árboles envejecidos, muy lignificados que no resistieron los nuevos vientos de cambio y cayeron estrepitosamente ante la competencia. Un  error muy común en los  países tercermundistas, donde se menosprecia la investigación y el desarrollo de tecnologías propias y se incentiva el consumo pasivo de patentes. En contravia  a  estas empresas que desaparecierón por no adecuarse a los nuevos desarrollos,   otras capitalizaron estos recientes  modelos  y salieron fortalecidas; a manera de ejemplos  compañías del siglo pasado como General Electric, DuPont, Procter & Gamble, Toyota, Visa, etc; empresas que aún se mantienen en la cima del éxito. Casos esporádicos, que obedecen ante todo a la inversión en innovación y desarrollo  en el momento adecuado.
Por antonomasia a un gerente se le paga por vigilar, controlar y administrar. Sin embargo las capacidades humanas más valiosas hoy en día son precisamente las menos administrables. Si bien las herramientas de la administración pueden obligar a la gente a ser obedientes y diligentes, no sirven para fomentar la creatividad y el compromiso. Y esto es precisamente lo que exigen las condiciones actuales, que halla un compromiso medular, cierta pasión por lo que se hace y una gran sobredosis de creatividad. Para lograr estas metas, se necesita una arquitectura organizacional diferente, que no sea piramidal y hacia arriba. Los dominios ahora son horizontales e interconectados, porque solo la interdisciplinariedad y el trabajo en equipo son los elementos claves que permiten ganar las batallas. Las organizaciones demasiado verticales solo permiten la exhibición de las credenciales y pergaminos de sus altos mandos en las paredes; son como enormes  catedrales atravesadas en la mitad del camino.
Veamos algunos ejemplos claros de innovación, que nos permiten aterrizar este discurso y conectarlo con la realidad:
Whole Foods Market
Con 194 tiendas, es una exitosa cadena de supermercados norteamericana que ha incursionado con éxito en el campo de la comida gourmet, orgánica y saludable. Su modelo empresarial se ha concebido para cambiar las reglas del juego y viene revestido de un sistema administrativo exótico. Su unidad organizacional básica no es la tienda sino el equipo, cada tienda tiene aproximadamente ochenta equipos que cubren todas las dependencias; estos se encargan de las compras, fijar el precio de los productos, seleccionan los nuevos integrantes del grupo y a la vez operan como un centro de utilidades. Cada mes Whole Foods calcula la utilidad por hora de mano de obra de cada uno de los equipos, cuando estos superan cierto umbral reciben una bonificación extra en su pago. De aquí su conveniencia y compromiso a la hora de reclutar nuevos compañeros de trabajo: Pues una falla en el sistema disminuye su cheque mensual.
“Una de las claves para comprender esta compañía es que las personas que la iniciaron no tenían idea de como hacer las cosas. Aunque John Mackey, cofundador y presidente de la junta directiva, estudió filosofía en la Universidad de Texas, nunca obtuvo una maestría en administración de empresas. Al no haber optado por una carrera formal de administración, Mackey no comenzó su vida profesional con la cabeza llena de clichés trasnochados ni de esquemas administrativos convencionales. Pudo inventar un modelo administrativo poco ortodoxo porque no era rehén de una educación ortodoxa.” 3
Bill Gore, un innovador de la administración.4
Cuando decidió abandonar los cuarteles de DuPont, después de veinte años de servicio, tuvo la firme convicción de crear un lugar donde la invención no se atascara en el fango de la burocracia; una empresa donde sus asociados pasaran más tiempo innovando que arrodillados ante un jefe, tal fue la visión de W.L Gore & Associates que al día de hoy genera 2100 millones de dólares en ventas anuales, emplea a más de 8000  operarios  en 45 plantas distribuidas por todo el mundo.
Uno de los momentos más importantes de la compañía, ocurrió en 1969, cuando Robert Gore, hijo de Bill, encontró una manera de estirar el politetrafluoroetileno (PTFE), conocido popularmente como Teflón, y al cual Dupont subestimaba lastimosamente, pues su objetivo era la producción a gran escala de materiales industriales básicos.
Este polímero resultante, PTFE expandido, registrado bajo la marca Gore-Tex, se convirtió en la piedra angular, para una familia de textiles, que constituye el mayor negocio de la compañía. Los textiles de Gore se encuentran en productos tan disímiles como botas y sacos de dormir, trajes espaciales para  los astronautas de la Nasa, cuerdas de guitarra “Elixir” y la seda dental “Glide”, una línea que compraría Procter & Gamble en 2003. Podemos sintetizar un poco la filosofía administrativa de Gore en los siguientes apartes:
 Hay que reinventar la cadena de mando
 Un líder debe influenciar de manera asertiva en un equipo de trabajo, demostrando su capacidad para sobrellevar los retos impuestos. De ahí su importancia dentro de los nuevos esquemas administrativos.
En una organización donde prima la confianza, los empleados no necesitan mucha supervisión; necesitan mentores y apoyo en vez de jefes que les impartan órdenes.
Una Ventaja Evolutiva: Google
Creada en 1998 por Sergey Brin y Larry Page, dos estudiantes de Doctorado en ciencias de la computación de la Universidad de Stanford; google se ha convertido con los años en el motor de búsqueda más utilizado de la red. En mayo de 2007 manejó el 65,2 % de todas las búsquedas de internet en U.S.A, contra un 20,7% de Yahoo y un tímido 7,7 % de Microsoft. Su crecimiento ya es legendario en el Silicon Valley5. Google ha trasformado completamente el negocio del software, entregándolo por internet en forma de servicios virtuales y no como una colección de productos físicos, distribuidos por los canales tradicionales de comercio minorista, como lo hace Microsoft. Google obtiene parte de sus ganancias vendiendo anuncios adjuntos a diversas formas de contenido virtual y a los cuales se llega a base de clics. Los anunciantes pagan únicamente cuando los usuarios abren un vínculo.
Su modelo administrativo, no sigue ningún patrón o norma conocida, siempre está al borde del caos, por esto Google siempre atribuye parte de su éxito al azar y a la adaptación Darwiniana, que los ha favorecido con una buena genética. Brin y Page comprenden que en un mundo discontinuo lo que más importa no es la ventaja competitiva de una empresa en un momento en el tiempo sino una ventaja que evolucione a través de él.
Nuevamente aquí se repite el esquema para el desarrollo de productos y procesos de la compañía, construidos todos alrededor de un enjambre de grupos de trabajo pequeños y autónomos. Pretender otra cosa es como depender de un puñado de burócratas medievales para arrear a sus ingenieros. Las decisiones de Google se toman con base en un proceso de consulta. No puede haber comando y control cuando los “empleados” se cuentan entre las personas más inteligentes del planeta.
Vivimos en un mundo de permanente movimiento, donde la quietud es sinónimo de muerte; de aquí nos apalancamos para inferir que nada justifica que una doctrina cuyos orígenes se remontan al inicio de la revolución industrial, siga manejando los hilos del poder en nuestras corporaciones e industrias. La naturaleza nos enseña que solo los organismos que se adaptan, que evolucionan, son los que prosperan. Todo ese discurso sublime acerca de la eficiencia y el máximo rendimiento fueron válidos a principios del siglo XX, cuando la teoría de las esferas celestes de Ptolomeo y un mundo cartesiano enmarcado en sólidos perfectos, no admitía discusión. Si el mundo de la Física, se sintió obligado a desalojar el cómodo edificio Newtoniano para emigrar hacia el mundo subatómico y sentar sus reales en los “inestables” campamentos de la mecánica cuántica, ¿porque la teoría de la administración, o mejor sus seguidores se niegan a aceptar el cambio y consecuentemente desarrollan otros postulados? ¿Es un simple reflejo de supervivencia, el que los tiene atornillados a la silla de sus escritorios y les impide aceptar los cambios?
Aunque esta realidad disminuye las pretensiones  de muchas personas, no hay forma de desconocerla. Se necesita  un vuelco total en el esquema de pensamiento empresarial, institucional y social; debemos sentarnos a pensar y estructurar como vemos nuestro país en el corto y mediano plazo. Debemos sentar verdaderas bases fuertes para la ciencia la tecnología y la innovación,  ya que “sin la existencias de algunos recursos que nos garantizaban el mañana’’ nuestras próximas generaciones se verán condenadas a seguir llevando el lastre de la pobreza, la violencia y la desigualdad que nos identifica como país.

1,2,3,4, Gary Hamel, Bill Breen; The Future of Management, Harvard Business school Publishing, 60 Harvard Way, Boston, Massachusetts 02163, Marzo 2007

5, Andres Oppenheimer (2014), Crear o Morir la esperanza de america latina y las cinco claves de la Innovacion (1ª edición); Nueva York: Vintage Español, Penguin Random House.

Carlos A Osorio H.

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