El grumete
toca la bocina del acorazado Potemkin cuando está a punto de llegar al otro
lado del plato. El buque casi choca contra un fideo, pero una cucharada baja el
nivel de la sopa y el navío sortea el obstáculo. En la orilla asoman el
cimborrio de una catedral gótica, las escaleras de Odesa y un rascacielos
soviético. En el piso cuarenta, Sergéi Eisenstein, pensativo, saca el barco de
papel del plato y continúa escribiendo el guión de la película.
Manuel
Espada
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